Para ello, el proyecto renuncia a formalizar la vivienda en un único espacio y opta por un conjunto de cuatro volúmenes independientes, con una extensión total de 700 m², que se despliegan como un abanico mirando el mar en el horizonte, unidos por un eje de circulación que se une a la ladera.

De esta manera, se establece una clara dicotomía entre una cara más opaca que mira a la falda de la montaña y otra cara claramente transparente que se abre hacia las vistas. Para reforzar esa transparencia, los elementos portantes se retranquean para permitir unas esquinas acristaladas que desmaterializan el volumen y dirigen una mirada oblicua hacia el horizonte. Con esto, se da prioridad a la gran entrada de luz natural que se protegen mediante una celosía de grandes lamas verticales de madera.

Otro de los recursos es el uso de grandes pérgolas en voladizo que, a su vez, contribuye a prolongar el espacio interior de dos de estos volúmenes, creando una zona intermedia, cuya luz se filtra a través de las lamas de madera y frente a los otros dos volúmenes se sitúa una piscina que se fragmenta y recompone adaptándose al retranqueo de estas piezas.

En la tradición rural mediterránea, las laderas de las montañas se han convertido en tierras aptas para el cultivo construyendo terrazas y muros de contención con la misma piedra que se extraía de la montaña. De la misma manera, esta vivienda se adapta a la pendiente de la montaña mediante un zócalo de piedra vista, evocando tanto la montaña de la que se extrae la como la mano que colocó cada uno de los mampuestos irregulares sin ningún tipo de mortero de unión.

De este modo, el zócalo aprovecha el desnivel del terreno para acoger dos dormitorios con su propia terraza en la zona más baja, creando un espacio exterior más íntimo y recogido. Este basamento de piedra construido por apilamiento de elementos pesados, vincula la construcción tanto visual como físicamente con el terreno.

Con esto, se crea un magnético contraste entre las plantas inferiores y las superiores donde distintos materiales convergen en sintonía, aunando tradición y modernidad, para conferir una vivienda con un carácter ligero, casi efímero.

FICHA TÉCNICA

• Arquitecto: Ramón Esteve.
• Arquitectos colaboradores: María Martí, María Luna, Patricia Sancho y Bárbara Bruschi.
• Arquitecto técnico colaborador: Emilio Pérez y Sergio Cremades.
• Colaboradores REE: Tudi Soriano y Pau Raigal.
• Colaboradores externos: Cub Estudi, Dreier SL, Structo.
• Año del proyecto: 2024.