Dancing Light es la última residencia del arquitecto Brent Kendle, ubicada en Paradise Valley, Arizona, donde una vez más consigue crear una arquitectura singular y escultórica a la par que funcional, que con su geometría y materialidad se integra a la perfección en el paisaje circundante, sacando el mayor partido de las bondades que éste ofrece.

La vivienda unifamiliar, propiedad del empresario Randy Knight, se distribuye en una parcela de generosas dimensiones, que comprende una vivienda principal de dos dormitorios más una casa de invitados con capacidad para alojar a los cuatro hijos y 16 nietos del propietario. El conjunto se distribuye en varias piezas que se organizan en torno a un patio, volcando las estancias principales hacia el sur, orientación donde se encuentras las mejores vistas del paisaje desértico circundante, las de Camelback Mountain, hito que marca el diseño de la casa.

El atrio central se encuentra flanqueado en dos de sus lados por una gran sala y el garaje. La suite principal y la oficina se encuentran en el otro lado, al igual que el ala de invitados, que se sitúa cerca de la entrada principal.

La gran sala es la pieza principal de la vivienda, un espacio abierto que incluye la cocina, el estar y el comedor. Conecta con los dos espacios exteriores, el patio y el porche, donde se sitúa la piscina, mediante dos grandes correderas de vidrio, diluyendo de esta forma los límites entre exterior e interior. Su relación con la piscina proporciona también beneficios bioclimáticos, dado que la brisa que entra desde el exterior se refrigera de forma natural a través del agua.

Este espacio se dispone bajo una cubierta quebrada que es uno de los elementos más singulares de la vivienda, diseñada para abrir el ángulo de visión, permitiendo captar en su totalidad la vista de Camelback Mountain.

El dormitorio principal también se encuentra bajo esta singular cubierta, y nuevamente Kendle dispone en él ventanales que permiten disfrutar de encuadres de la montaña.

La materialidad del conjunto está inspirada en la geografía de Arizona, utilizando una mezcla de materiales y texturas que evocan las propias del desierto y las estriaciones de las montañas vecinas. Muros de hormigón y de tierra pisada constituyen la parte másica de la arquitectura de la vivienda, mientras que el acero oscuro que delimita el espacio del garaje y otras partes de la casa cuenta con costillas horizontales que moldean patrones que emulas las estrías aludidas anteriormente.

La vivienda se cierra al exterior en la zona de acceso mediante una envolvente masiva, abriéndose en el lado opuesto mediante amplias láminas de vidrio, que permiten que la luz natural penetre en todo en conjunto a través de la articulación de sus espacios.

La evolución de la luz diurna acentúa la cambiante percepción de los espacios, siempre envueltos en un ambiente cálido y tranquilo, mientras que al anochecer la casa se transforma en una linterna en medio del desierto.

La estética de los espacios interiores mantiene el criterio de crear un ambiente neutro y monocromo, donde el mobiliario no compite con la arquitectura, que es la protagonista indiscutible, donde el toque de color lo aportan las obras de arte y algunos accesorios.

Imágenes: Alexander Vertikoff